El año pasado los Premios Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica recayeron en tres investigadores moleculares. Aportaron nuevo conocimiento sobre receptores, es decir, proteínas. Las proteínas son moléculas con una arquitectura interna capaz de sufrir una modificación ante diversos estímulos (agentes mecánicos, temperaturas, otras moléculas). La membrana de las neuronas sensibles a lo que daña violentamente las células (nocividad necrotizante), los nociceptores (detectores de nocividad), disponen de un tipo especial de proteínas receptor: unas que modifican su estructura, en condiciones normales, sólo ante estímulos que destruyen de forma aguda, inmediata: desgarros, compresiones, ácidos, falta de oxígeno, temperaturas extremas…
Las proteínas sensibles a lo que mata no sufren, no sienten dolor. Se limitan a permitir con su conmoción espacial interna, por obra del estímulo nocivo, que se abran canales o se liberen otras moléculas con las que están conectadas. No son “receptores de dolor” sino de nocividad, de peligro.
Los galardonados investigaron algunas de dichas proteínas receptoras de nocividad. Teóricamente ello puede contribuir a desarrollar nuevos fármacos… ¿contra qué? La respuesta parece evidente: contra el dolor. Se supone que el dolor crónico es el resultado de una química alterada, la química del dolor. Sobran o faltan moléculas. Hay que apagar o encender alguna de ellas.
Se da por sentado que el problema del dolor, en ausencia de daño relevante activo, es una cuestión de unas moléculas que están donde o como no tienen que estar, unas neuronas hipersensibles que actúan como si algo estuviera poniendo en peligro la zona pero sin que tal peligro exista.
Las moléculas no tienen consciencia ni intencionalidad. Si están donde o como están es porque obedecen órdenes. Bien pero… ¿de dónde procede la intencionalidad?
El nivel básico de la capacidad de sentir y decidir se da en la célula. Cada una de ellas es un ser vivo cuyo objetivo es el de sobrevivir y reproducirse. Un macrófago es similar a una ameba, una célula epitelial ciliada es como un paramecio, un espermatozoide es un protozoo flagelado…
Hay vida propia en cada célula. Los premios de este año han recaído sobre investigadores de células. Altman, Alvarez-Buyllas y Rizzolatti han tratado de entender a las neuronas. Cómo nacen, se desarrollan, migran, especializan y reproducen. A qué y para qué responden. Una célula es mucho más que una proteína. Si bien es cierto que en la célula no hay sino química esa química está socializada, integrada históricamente, evolutivamente, organizada en un tiempo-espacio delimitado por membranas con proteínas transmembrana que seleccionan las moléculas que entran y salen y otras que recepcionan mensajes del exterior y obedecen. Las células del organismo residen en un medio paradisíaco que provee alimento y protección pero a cambio exige obediencia ciega a lo que se les dicta. Ese es el trato del organismo pluricelular.
La “química del dolor” es la química de las “neuronas del dolor”. La química de la vida y de la muerte es la química de la vida y muerte celular.
Conocer la conducta celular permitirá introducir regulaciones externas, terapéuticas. Ingeniería genética, células madre, regeneración, rejuvenecimiento… mallas nanotecnológicas para reponer tejido…
Las células deciden dentro de su ámbito y obedecen dentro del ámbito del sistema. Cada neurona tiene su autoregulación, mantiene su equilibrio (homeostasis) de excitación e inhibición pero también está sometida a las decisiones del sistema: a nivel vecinal respecto a lo que deciden otras neuronas con las que se conecta (sinapsis) o simplemente comparte espacio (comunicación transneuronal) y a nivel global sometíéndose a lo que se decide en los centros de decisión, los centros de memoria del pasado y predicción del futuro a corto, medio y largo plazo.
El año pasado fueron las moléculas. Este año, las células. No estaría mal que el 2012 premiara la investigación sobre Sistema Nervioso, el 2013 la investigación sobre organismo-individuo, el 2014 la investigación sobre individuo-sociedad, la del 2015 la de la interacción entre sociedades…
De momento tenemos moléculas y neuronas… y sigue habiendo dolor cronificado, sin que parezca que le afecte todo lo que vamos sabiendo sobre ellas sino más bien todo lo contrario…
A ver si conociendo mejor los sistemas…
Puede ser que tenemos demasiada información antigua, y haya que hacer sitio… Es complicado olvidarnos de lo que hemos estado oyendo desde pequeños… Nos educan en el peligro
Salu2
Jaime