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Sostienen los neurólogos políticamente correctos que un cerebro migrañógeno (generador de migrañas) es un cerebro hipervigilante, hiperexcitable, sensible.
Cierto. Todos los cerebros lo son. Ese es su trabajo. La neurona es una célula especializada en sensar y excitarse con lo sensado. Un cerebro (incluido el migrañógeno) es un órgano constituído por neuronas, miles de millones de neuronas, conectadas cada una de ellas con varios miles de puntos (sinapsis). La función de esa formidable red de conexiones es generar conocimiento para decidir cuándo y dónde excitarse y cuándo y dónde no hacerlo. El cerebro gestiona la relevancia del tiempo-espacio.
El cerebro no es una persona interior que vela por nuestros intereses y atiende nuestras demandas. El cerebro no es un mayordomo. Hay innumerables cerebros. Uno para cada lugar, momento y circunstancia.
El cerebro emula, representa la realidad, valora sus probabilidades, anticipa su posible impacto sobre el organismo.
El cerebro migrañógeno proyecta su hipersensibilidad hacia la consideración de la amenaza física. Construye una representación de la cabeza como un lugar vulnerable, sensible, sometido a todo tipo de estreses por la conducta del individuo. Alimentos, quebraderos de cabeza, cambios (hormonales, laborales, meteorológicos…), hambres y atracones, excesos y defectos de sueño, esfuerzos y reposos… cualquier estado o acción del individuo puede generar en el cerebro migrañógeno un estado de desasosiego probabilístico referido a la cabeza. El temor, con frecuencia, afecta sólo a media cabeza.
El desasosiego migrañoso lo siente el individuo en forma de barrunto. Los neurólogos lo llaman “pródromo”. El desasosiego permite deducir al padeciente que ese día o el siguiente toca migraña. En realidad la migraña ya está servida, ya ha comenzado. El cerebro ha seleccionado el estado de alerta para ese lugar, momento y circunstancia. Se ha activado la hipersensibilidad al posible daño físico.
¿Por qué?
Vaya usted a saber. Son corazonadas del cerebro. Predicciones, miedos de los sistemas de memoria. Sólo conocemos sus consecuencias. Tampoco conocemos por qué los sistemas de memoria del sistema inmune activan la inflamación cuando el aire contiene polen. Le llamamos alergia y proponemos soluciones.
– Tengo alergia al polen…
– Tengo migraña a las zanahorias…
– Si hay polen de gramíneas estornudo
– Si como zanahorias me duele la cabeza…
El sistema inmune puede ser hiperexcitable, hipersensible al polen de las gramíneas cuando debiera resultarle indiferente.
El cerebro puede ser hiperexcitable, hipersensible a las zanahorias cuando debieran resultarle irrelevantes.
Un cerebro migrañógeno es un cerebro que gestiona erróneamente la peligrosidad de lo que el individuo hace o la seguridad interna. Un cerebro migrañógeno presagia inflamaciones, desgarros arteriales, aumentos de presión, muerte celular violenta…
Todos los cerebros son de natural alarmista, hipersensibles, hiperexcitables. Con el tiempo pueden volverse más sensatos y situar el peligro en la banda de la probabilidad razonable o construir una teoría de vulnerabilidad a cualquier minucia.
El cerebro migrañógeno nace. Los genes humanos construyen cerebros potencialmente migrañógenos, cerebros condenados a construir conocimiento sobre lo peligroso. El cerebro aprende a valorar peligrosidades varias. Lo hace a golpe de experiencia de daños físicos previos, observación de daños ajenos, relatos, instrucciones… El cerebro humano ha nacido migrañógeno potencial y esa potencialidad se esfuma o consolida en función del rumbo que tome el aprendizaje.
Una crisis de migraña es una decisión de extremar la alerta aun cuando nada haga prever que en la cabeza suceda algo terrible. El miedo cerebral al daño segrega dolor hacia el individuo y el dolor genera en el individuo miedo a que algo esté sucediendo para que esté doliendo, algo que genera una perturbación suficiente como para producir dolor en la zona doliente.
Sostienen los neurólogos que el cerebro migrañógeno viene ya determinado de fábrica y que nada puede hacer el afectado mas que hacerse a la idea que es así y procurarse una vida monacal, sin chocolates, quesos curados, estreses, canas ni cañas al aire, fines de semana ni cualquier condición que implique una variación.
Para los neurólogos no existe aprendizaje cerebral para estas cuestiones del dolor. Todo está en los genes y nada se aprende. Nacemos hambrientos, sedientos, dolientes, cansados, frioleros, calurosos, picajosos…
El padeciente del cerebro migrañógeno, dicen, debe asumir su condición y aprender a defenderse: En primer lugar debe dejarse contagiar por su cerebro hipersensible, hiperexcitable, miedica, hipocondríaco, fóbico, promotor de adicción a todo tipo de consumos que calman su desasosiego. Los neurólogos recomiendan informarse debidamente en la condición migrañosa, consolidar las convicciones erróneas, la creencia en la vulnerabilidad de la cabeza.
La potencialidad migrañosa del cerebro humano no está determinada en los genes sino en la interacción de estos (la genética de la función hipersensible neuronal) con un entorno rebosante de material escolar (experiencia propia y ajena, relatos, instrucción experta) facilitador de la condición migrañosa aprendida.
Aprendemos a valorar sucesos y estados pasados, presentes y futuros. Es ley de vida neuronal.
Un cerebro saludable es un cerebro razonable. No nacemos razonables sino, más bien, lo contrario. La racionalidad hay que conquistarla, merecerla. Un migrañoso no ha hecho nada para merecer sus crisis. No se ha autoinyectado gérmenes en las meninges, no se ha provocado un desgarro arterial interno ni se ha golpeado violentamente la cabeza contra una esquina. Se ha limitado a comer chocolate, queso curado… Acciones inocentes…
Los frailes nos advertían de los pecados de pensamiento además de los de obra. Nadie se comía un rosco y se nos iban los miedos a la condenación eterna por obra de lo pensado aun cuando no hubiéramos obrado.
El cerebro actúa respecto a lo que sucede y también lo que imagina.
El cerebro también genera dolor por obra de un estado nocivo o, simplemente, por temor a él… Peca de pensamiento aun cuando no se coma ningún rosco necrótico…
>Gracias, nunca se me había explicado asñi, por mucho que yo lo he solicitado.
Cierto! Estoy muy de acuerdo con lo que se publica en este post.
Creo que los aprendizajes tienen mucho que ver. Siempre me ha llamado mucho la atención, el por qué, la migraña es un padecimiento que afecta casi exclusivamente a las personas de los paises occidentales, “desarrollados”, abiertos a este tipo de aprendizaje socio-cultural, médico-miedosos, de cerebros estresados por la inseguridad del futuro y bombardeados por las hipótesis de una información más que dudosa, cuanto menos incierta. ¿Por qué no hay apenas migrañosos en los paises del “tercer mundo”donde existen otros características socio-culturales, e incluso otro tipo de estrés muy diferente al nuestro?
Gracias
Un saludo
Joaquin: me temo que la globalización trae, entre otros efectos, una extensión de la incidencia de migrañas a todas las culturas. Toda la actividad cerebral, en nuestra especie, está muy influída por la cultura. Modulamos la conectividad cerebral a base de creencias en todos los terrenos pero no parece que haya sensibilidad y prudencia respecto a esta poderosa influencia. Oficialmente la migraña nace no se hace. No existe aprendizaje.
Saludos
usted que es un experto en el tema, le hago una pregunta:
tengo mareos desde hace 10 años y unas 4 migrañas en 6 años. Con los nervios y el stress aumentan en intensidad los mareos, pero aunque esté tranquilo siempre están ahí. Me hicieron una resonancia magnetica y vieron una mancha, luego con una angiorresonancia me dijeron que era una lesion desmielinizante. Pasados 3 años, con una resonancia por año, me dijeron que la mancha ni crecia ni menguaba por lo q descartaban que fuera algo importante, q podía ser de nacimiento. Fui al otorrino. Me hizo las pruebas vestibulares y me detecto Vistibulopatía con hiporreflexia en ambos laberintos. Me mando “Serc” y una rehabilitación. Hice todo lo q me dijo pero no obtuve resultados. Al final acabé llendo al psiquiatra pq estaba desesperado. Me ayudó mucho a cambio de estar atontado durante mas de un año. No creo q las pastillas me ayudaran, lo unico que hacian era tenerme dormido todo el dia por lo q no le daba importancia a los mareos. La cuestion es que antes de irme a vivir fuera de España (actualmente vivo en Mexico) un neurologo me dijo q probablemente podía sufrir de Migrañas vestibulares. Me mandó Sibelium. La cuestion es que los mareos pequeños han desaparecido, igual que los medianos. Pero los mareos grandes han aumentado en intensidad!!!!!. Ahora cuando me pongo nervioso o me excito, m mareo q casi me caigo al suelo, se me taponan lo oidos,etc.
Quisiera saber si con lo poco que le he podido explicar sabría usted que me sucede o ayudarme en algo. Conoce algún neurologo u otoneurologo bueno en Mexico DF. Y sobre todo, pq si me excito me dan unos vertigos que me tengo q tumbar para no caerme. Muchas gracias,un saludo!!
Juan: no puedo ni debo valorar casos individuales. Mi opinion sobre el tema de los mareos y las migrañas está expuesta a lo largo de muchas entradas del blog. Me limito a los conceptos generales y, en ningún caso debo opinar sobre diagnósticos o terapias concretas. No conozco profesionales mexicanos.
Saludos
Voy a ponerme esta pagina en favoritos, tiene cosas muy interensantes.