Si padeces dolor u otros síntomas podemos ayudarte en GoiGroup, la nueva plataforma que hemos creado con Arturo Goicoechea dedicada a pacientes y profesionales.
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Era yo, por entonces, residente de Neurología. No había Scanner ni Resonancia. Para descartar patología recurríamos a la arteriografía, una exploración cruenta, con riesgos. Se pinchaba directamente la arteria carótida en el cuello (con o sin anestesia general) y se introducía contraste para visualizar el árbol arterial.
Veíamos con frecuencia a pacientes que presentaban síntomas visuales, sensitivos o de lenguaje, transitorios. Generalmente se seguían de dolor de cabeza intenso y vómitos, es decir, una crisis de migraña.
A este tipo de migraña (síntomas deficitarios con dolor de cabeza) se denominaba migraña clásica o migraña típica. Era un término tranquilizador. Ahora le llaman migraña con aura. Ya no tranquiliza tanto.
En ocasiones aparecían los síntomas deficitarios (el aura) pero no el dolor. Mal asunto. Había que hacer una arteriografía para descartar malformaciones vasculares (aneurismas, malformaciones arteriovenosas…). Eso se decía en mis tiempos.
Un día empecé a ver lucecitas por el campo visual izquierdo. Fueron extendiéndose hasta anular la visión por ese lado. Una hemianopsia homónima izquierda, pensé. Espero que después venga el dolor. Si es así se trata de una migraña típica. Si no duele puedo tener algo terrible. Arteriografía y después Dios sabe qué… Por favor… quiero dolor, mucho dolor, vómitos… Quiero ser un migrañoso…
El cerebro reacciona de forma imprevisible ante nuestras súplicas. Algunas peticiones no tienen sentido. No se puede desear tener dolor, ser migrañoso.
El bendito y deseado dolor no vino. Una leve molestia. Era dudoso que pudiera considerarse como dolor suficiente para certificar una migraña típica y librarme de la arteriografía. No comenté nada a los compañeros. Unas semanas después, otro episodio similar, maldita sea, sin bendito dolor. Definitivamente aquello no era migraña sino carne de arteriografía.
Afortunadamente siempre hay neurólogos que se hacen preguntas y dan con respuestas. Esos benditos neurólogos publicaron una serie de casos de aura, sin dolor. Lo mejor: la conclusión. Si los síntomas visuales o sensitivos eran típicos (como en mi caso) no hacía falta que doliera para certificar que se trataba de una migraña. Por supuesto, tampoco se justificaba el riesgo de la arteriografía. En libertad, sin cargos. Migrañoso indoloro. Un chollo.
Creo que tuve algún episodio visual más pero ya no me preocupaba y “lo migrañoso” me dejó.
Los expertos llaman a esta migraña: migraña disociada.
El miedo al dolor lo invoca y el miedo al no dolor lo revoca. Cosas del cerebro y de su impredecible respuesta a nuestros temores y deseos.
Con el vómito sucede algo similar. Hay padecientes que desean fervientemente tener una buena arcada para conseguir el vómito y poner fin al tormento del dolor. No hay manera. “Quiero vomitar” es una petición absurda. Otros sufridores tienen el vómito fácil. Cada arcada supone un apretón de dolor. Temen vomitar. Eso ya tiene sentido. El vómito está servido con todo tipo de facilidades.
En una crisis de migraña no sucede nada amenazante. No hay arterias ni meninges inflamadas, aumentos de presión, déficits de circulación… Nada va a estallar, aun cuando lo parezca. Tampoco hay moléculas malas, perturbadoras. En todo caso se ha liberado algo de CGRP en las dos terminales (periférica y central) del trigémino, glutamato… Todo es química. El temor también tiene química. La falsa alarma tiene química cierta. La bolsa de deportes no contiene una bomba pero el despliegue policial es real.
En una crisis de migraña se concitan todos los miedos de la virtualidad alimentando la “tormenta neuronal perfecta”. Es una “meningitis aséptica” sin gérmenes ni siquiera meningitis. Nada de nada. Falsa alarma. Bolsa de deportes con un bocata y unos apuntes…
En la falsa alarma resulta más tranquilizador hacer una explosión controlada. Acabar con la bolsa con posible bomba. Ante la crisis es más tranquilizador tomarse el triptán o el ibuprofeno que esperar a que el dueño de la bolsa la recoja, la abra tranquilamente y se coma el bocadillo acabando con la angustia del barrio.
– Un agitante. Necesito un agitante. Si no tengo dolor estoy perdido. Qué puedo hacer…
– Cálmese. Hay que ser optimista. Probablemente le duela. Piense en el dolor, deséelo…
Pensar y desear el dolor no hace que duela.
Pensar y desear que no duele ni duela tampoco mejora las cosas. Más bien las empeora.
¿Qué hacer con la triptanita?
Recuerde: en la bolsa sólo hay un bocata y unos apuntes pero el miedo es libre y están acordonando el barrio… Es su bolsa y su bocata. Cómaselo. Nadie ha metido una bomba allí.
>En su caso migraña disociada, y en el mío era cambiante: extraño fenómeno el mío, pues para los profesionales un año era "cefalea tensional", posteriormente migraña, para pasar a migraña crónica por disfunción tempo-mandibular, y otras cuestiones relacionadas con hormonas (así durante 11 años).Bueno dr.. como ya sabe le hice un corte de mangas a todo eso, y ya hace un año que dejé de padecer, aún teniendo la misma "mandíbula" (ATM) y todo lo demás en el mismo sitio y estado.Un abrazo y gracias por escribir a diario.
>LOURDES: en esto de la migraña siempre ha llovido a gusto e interés de todos.Un abrazo
¿Y entonces qué es ese aura? ¿Para qué sirve? ¿Por qué sucede?
Carola: el aura no sirve para nada. Es la consecuencia de un estado excesivo de activación de las terminales de las neuronas de una determinada zona cortical que hace que se alteren las condiciones químicas que permiten el mantenimiento de la actividad eléctrica. Es como una caída de tensión eléctrica en un barrio porque todos los vecinos han puesto a la vez a tope el aire acondicionado, por ejemplo. Deja de funcionar el aparato hasta que vuelven a recargarse las baterías. Si el apagón cortical es en el área visual se producen perturbaciones visuales. Son las más frecuentes. Es fácil que al apagón (consecuencia de un estado de alerta neuronal visual) le siga la activación de programas defensivos como el dolor, las náuseas, intolerancia sensorial. No siempre es así. Hay veces en que sólo hay apagón (aura).
El cerebro no sufre con el fenómeno. Dependiendo de la evaluación que se haga del suceso se resuelve (no se atribuye relevancia) o se facilita (se realimenta la alerta)
Saludos
Entonces es como un hipo cerebral. Pues no debe ser tanto, pero es un tanto desconcertante. Muchas gracias por haberse tomado la molestia de contestar, es algo bastante desagradable y encima no tiene sentido. Me tienen que hacer una serie de exámenes, supongo que no aparecerá nada, pero me quedo tranquila igual.
Carola: entiendo el desconcierto pero no hay ningún motivo para preocuparse. Lo del hipo es gracioso. Sí, puede entenderse así…
Cuando falla un pie y te caes, da menos miedo que cuando falla la cabeza, porque parece que falla todo. Un saludo!
Dr. mi debut “áureo” ha sido hace unos meses en los que he tenido cuatro episodios de menos duración cada uno. He estado leyendo artículos por la red y su post ha sido al menos el más tranquilizador. El neurólogo me vio hace una semana y he de hacerme una resonancia y una prueba ocular para ver el nervio óptico. Lo peor es el pánico que he sufrido estos meses, creía que me iba a dar algo y lo que leía no era muy alentador aunque ningún médico que me ha visto me ha alarmado, la verdad. En mi caso, por si científicamente le interesa, me inyectaron polidocanol para esclerosarme unas varices y yo creo que me ha despertado esta crisis, por lo que he leído es un producto “migrañoso” pero nadie me avisó de ello y por supuesto el cirujano cardiovascular se niega a aceptar que me haya hecho algún mal. Descanso hoy algo más con su frase: “El medio al dolor lo invoca, y el miedo al no dolor lo revoca”. Enhorabuena!!