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>El miedo cerebral al movimiento

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Homo sapiens (ma non troppo) es una especie móvil. Basa la supervivencia en la exploración del mundo en busca de alimento, cobijo y pareja y en la interacción social. Al menos era así hasta que descubrió la agricultura y ganadería y comenzó a construir asentamientos fijos.


El organismo de los sapiens (m.n.t.) sigue siendo el de los tiempos de la sabana, seleccionado para resistir el impacto de andar de aquí para allí. Músculos, huesos, articulaciones, tendones y nervios soportan el estrés mecánico del movimiento. A veces se producen lesiones (necrosis) pero se reparan debidamente y volvemos a estar dispuestos para la brega.

El organismo de los sapiens (m.n.t.) no sólo soporta la carga del movimiento sino que la necesita. Un cuerpo parado es un cuerpo sometido a un proceso de degradación, de vulnerabilidad creciente.


Suponemos que el cerebro de los tiempos de la sabana, anteriores a la aparición del cultivo agropecuario, era un cerebro promotor del movimiento, urgido por la necesidad de buscar el papeo y huir de los depredadores.
El aparato locomotor estaría en plena forma y las lesiones se recuperarían razonablemente bien pues, de otro modo, no existiríamos como especie.


El sistema de recompensa se encarga, a través de la liberación de dopamina, de generar ímpetu motor, ganas, motivación hacia el movimiento y la exploración.


Hoy en día sapiens (m.n.t.) está instalado en el todo a cien metros. La provisión de alimento y seguridad ya no exige moverse. El sistema de recompensa ya no promueve la actividad sino el desánimo, la desgana, la sensación de poca energía… el dolor, si llega el caso.


Hay mucho sapiens (m.n.t.) dolorido y cansado. Mucho aparato locomotor ocioso.


A la falta de necesidad de moverse se une el miedo a hacerlo por las consecuencias. El cerebro del sapiens (m.n.t.) actual no confía en el estado de su aparato locomotor. Teme que rocen las articulaciones, se pincen nervios, se contracturen sus músculos o que algo “se inflame”.


– Tiene usted varias hernias de disco, artrosis, contracturas y desgaste en los huesos. No me extraña que le duela. Tiene que perder peso y hacer natación. Tómese estos antinflamatorios.


El profesional, muchas veces, alimenta la baja estima del paciente sobre el estado de su aparato locomotor.


– Me duele todo


El paciente da por sentado que el dolor es un indicador fiable del estado de los tejidos.


– Estoy hecha un asco. Tendré que acostumbrarme al dolor. ¡Qué remedio!


Sapiens (m.n.t.) no es consciente, porque nadie le ha advertido, de que el dolor no siempre es un indicador del estado de los tejidos sino de la opinión que su cerebro ha construido sobre dicho estado.


Sabemos, porque hay expertos que se han molestado en averiguarlo, que no existe una correlación fiable entre el aspecto radiológico de nuestros huesos, discos y articulaciones, y dolor. Puede haber mucho dolor con poca artrosis y mucha artrosis sin dolor.


El movimiento es analgésico no porque entren en calor huesos y juntas sino porque el cerebro pone calmantes cuando promueve la acción.


– La artrosis no tiene por qué generar dolor. En realidad no tiene usted hernias de disco sino simples e inevitables protrusiones discales, que, no es lo mismo. Tiene que moverse. Quite el miedo. Nada se comprime ni pinza. Si no se mueve confiadamente, alimentará el miedo cerebral en una espiral que le llevará a convertir su esqueleto lleno de articulaciones en un madero rígido. No tome antinflamatorios. No hay inflamación.


– ¿A quién hago caso?


– A lo que sabemos que es cierto o dudoso. Déjese guiar por un profesional que le devuelva la confianza en el movimiento y le reconstruya la estima razonable sobre su aparato locomotor. Un profesional que vuelva a poner en actividad sus bisagras, que obtenga la máxima prestación de su cuerpo.


– Primero me tienen que quitar el dolor


– El dolor se quita andando, flexionándose, saltando, corriendo, bailando, nadando… siempre que lo haga sin miedo. Se lo repito: póngase en manos de un experto en quitar miedo al movimiento.


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.


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    1 comentario en «>El miedo cerebral al movimiento»

    1. >¡Lo mismito que ocurre con el "músculo cerebral"!, que lo sabes mejor que nadie. Escribiendo sobre movimiento, hoy mi post también trata del movimiento, en otro sentido claro. Saludos.

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